miércoles, 16 de julio de 2008

Adiós.


Mientras yo paseaba, tú ya ibas camino al cielo, estabas a punto a que abrieran las puertas para ti, tocaran trompetas y tambores anunciando tu entrada. Que increíble, nadie lo cree aún. Yo no lo creo. Me imagino que te veré por el centro, o que cuando esté esperando micro, te veré pasar y tocarás la bocina. Tu familia menos lo cree, ¿te imaginas?, si, si lo sabes, de allá arriba, tienes vista panorámica y ves todo, eres privilegiado, y a la ves, tienes todas las primicias, te enteras de todo, antes que cualquiera.

Extraño fue verte llegar de esa manera, encerrado, sin verte reír a carcajadas, sin saludar a todos -ahora fue al revés, todos querían saludarte a ti- yo ahí estaba, paralizada a unos metros de ti, pendiente de tus hijos, los miraba de lejos, que fuerte para ellos, pensaba...la vi a ella entrar, te lloraba, cuando dolor tendría en su corazón, pero apesar de eso, la vi fuerte, entera, admirablemente tranquila y resignada, tenía la certeza que te habías ido muy bien y que estabas al lado de Dios, de tus padres.

Ahora, el presente, lo que viene, es lo más duro, se avecinan fechas importantes y tú no estarás. Cuántas lágrimas se aproximan, cuanto dolor queda, cuanto pesar. A pesar de todo, la tranquilidad reina, sabemos que te volveremos a ver, unos primero, otros después, a propósito, me llamaba la atención cuando todos decían "sólo nos lleva la delantera", pero, ¡te adelantaste demasiado!, faltaban reuniones, faltaban lunes con ambas familias, faltó presentarte el pololo de tu hija y el mío, para que les dijeras que nos debían cuidar siempre. En fin, faltó mucho, pero algún día podremos concretar lo que quedó inconcluso, nos veremos en un futuro, te reencontrarás con tu familia y yo espero llegar con la mía.


9 de julio 2008.